La seda

La sericultura fue una de las actividades principales en el río, la industria de la seda. Era un producto de lujo que se vendía en las alcaicerías de Almería y Granada. Por todo el valle se extendían morales y moreras pues se  necesitaba para alimentar a los gusanos de seda.



 Desde la rebelión de los moriscos (1568/1572) llegaban noticias los morales y moreras estaban mal cuidados, quemados, arrancados, mal labrados, o secos por falta de riego.
Ante esto la Corona dará instrucciones que no se cumplirán. Nadie velará por su cumplimiento. A finales del siglo XVI se seguían talando y quemando moreras, con lo cual la producción de seda disminuye.


Con la llegada de la primavera la duración del día y la noche son prácticamente iguales, equinoccio de primavera, y al son de los brotes y flores que comienzan, en una cascada interminable de luz y color, aparecen las primeras hojas incipientes de la morera y también ellos, acompasados a su ritmo con la estación y con las hojas necesarias para la supervivencia.
Los morales y moreras se cultivan en cualquier espacio, junto a los caminos, acequias, balates e incluso en los corrales de viviendas campesinas o alquerías.

En Al Andalus el moral y la cría del gusano se establecieron en las zonas abrigadas de Sierra Nevada, en los valles de las Alpujarras.


De noviembre a abril los pueblos más altos quedaban incomunicados y aislados por la nieve y es en estos meses cuando los alpujarreños transformaban en seda cruda su cosecha de capullos criados el año anterior.
Era una actividad familiar donde participaban grandes y pequeños de la familia.



El dueño de las moreras entregaba a un asalariado  los huevecillos de los gusanos y unas cuantas moreras, el cual se encargaba de todos los trabajos. Las zonas protegidas por la barrera montañosa de Sierra Nevada, ofrece un clima templado muy favorable al cultivo del moral y la crianza del gusano de seda. El «Rawd al mi’tar» en su descripción sobre el Sulair o Yabal al-Taly, es decir, montaña de la nieve o Sierra Nevada,

dice que las aldeas de los valles producen en abundancia una excelente seda (harir); Wadi As (Guadix), Basta (Baza), Finyana (Fiñana, localidad cercana a Almería). Idrisi señala que  unas seiscientas en las Alpujarras se dedican a la seda.



El  Calendario de Córdoba, en el año 961, nos da a conocer las etapas de producción de la seda: en febrero las mujeres recogen los huevos de las mariposas del gusano de seda, en marzo los gusanos se reproducen; en mayo y posteriormente en agosto, los oficiales del Califa requisan la seda para las necesidades del tiraz de palacio.

Otro autor, ad-Damiri, nos aporta un curioso  dato:
«A menudo el nacimiento de los gusanos de seda se encuentra un poco retardado.
Entonces las mujeres disponen los huevos en bolsas que ellas colocan bajo sus axilas». La propiedad de los morales estaba muy repartida y la cosecha de hojas se distribuía proporcionalmente entre los dueños de los árboles. La recolección de las hojas la hacían las mujeres de forma colectiva durante el mes de abril, en todos los lugares donde había alquerías dedicadas al cultivo de la seda.


Todo ello conformaba una importante industria de la seda, con aprendices y oficiales. Los aprendices solían ser niños de 9 a 12 años confiados por sus padres a los maestros de la seda para aprender su oficio. En casa del maestro el aprendiz comía, dormía, era vestido y formaba parte de la familia.
Después del hilado se pasaba al torcido.
Se exportaban madejas flojas y torcidas, crudas y teñidas, es decir fibra sin hilar y tejidos.
La seda se exportaba por el puerto.
La sericultura en Almería irá languideciendo poco a poco hasta su desaparición.


Bombyx Mori, huevo, de color oscuro pues están en letargo, tienen que eclosionar, romper la envoltura y salir.



Con la llegada de la primavera la duración del día y la noche son prácticamente iguales, equinoccio de primavera, y al son de los brotes y flores que comienzan, en una cascada interminable de luz y color, aparecen las primeras hojas incipientes de la morera y también ellos, acompasados a su ritmo con la estación y con las hojas necesarias para la supervivencia.